La Educación Mediática debe estar presente a lo largo de toda la vida: sin pensamiento crítico, no hay ciudadanía plena.
- Ana Marin
- 4 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 14 may
Fundación Democracia Abierta
Mayo de 2024

Este 2025, Chile vive un nuevo proceso electoral
Desde la Fundación Democracia Abierta queremos invitar a las candidatas y candidatos a conocer en profundidad qué es educar sobre la Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) también conocida como Educación Mediática, cuáles son sus impactos en las personas y por qué resulta fundamental para fortalecer y asegurar que las decisiones públicas de la ciudadanía sean más conscientes y responsables.
Esperamos que quienes aspiran a liderar el país incorporen la educación mediática en sus programas de gobierno, reconociéndola como una herramienta esencial para enfrentar la desinformación, promover el pensamiento crítico y garantizar el derecho a una información veraz, diversa y accesible.
Y más aún, confiamos en que, una vez con la responsabilidad de conducir el país, las futuras autoridades pongan energía, voluntad y recursos concretos para hacer de la educación mediática una política pública transversal, permanente y articulada.
Si aspiramos a que las personas voten con confianza y de manera informada, necesitamos una política de educación mediática que las acompañe a lo largo de toda su vida.
La educación mediática no puede seguir esperando
Como parte del proceso de transformación educativa que urge emprender, desde la Fundación Democracia Abierta hacemos un llamado claro y urgente: incorporar de forma estructural la educación mediática en el sistema educativo chileno. No como un taller opcional ni como una unidad aislada, sino como una competencia transversal y permanente que prepare a las personas para comprender, cuestionar y actuar frente al ecosistema informativo en el que vivimos.
En un contexto marcado por la sobrecarga de información
La resiliencia ante la desinformación y la capacidad de ejercer una ciudadanía crítica y activa son hoy condiciones democráticas esenciales, no atributos deseables.
Desde nuestra experiencia en escuelas, con comunidades y con docentes a lo largo del país, hemos comprobado que es posible enseñar herramientas concretas para leer el mundo digital: verificación lateral, análisis de fuentes, comprensión de sesgos y producción crítica de contenidos. Cuando estas habilidades se integran con sentido pedagógico y continuidad curricular, los resultados son claros:
Estudiantes que reconocen la desinformación y no la replican.
Jóvenes que escriben mejor, argumentan con más solidez y entienden los mecanismos del discurso público.
Ciudadanos en formación que se sienten parte activa de su comunidad, que opinan, debaten y participan.
La educación mediática no es un lujo. Es una política urgente que debe ser respaldada con formación , recursos didácticos y un marco de competencias claro. Otros países de la región ya avanzan en esta dirección: en Brasil, por ejemplo, la Secretaría de Políticas Digitales, a través de su Dirección de Educación Mediática, está impulsando una estrategia nacional que articula al Estado, la sociedad civil y los medios para garantizar el acceso equitativo a estas habilidades.
Chile no puede quedarse atrás
La ciudadanía crítica no se hereda: se educa.Y se educa desde temprano, con intencionalidad, con equidad, y con una apuesta decidida por el derecho a una información veraz, diversa y comprensible.
La educación mediática es hoy un mínimo democrático. Integrarla al sistema educativo y a lo largo de la vida de la ciudadanía no es una opción: es una responsabilidad compartida para construir una sociedad con capacidad real de incidir, decidir y transformar.