La Nueva Alfabetización: De Leer Textos a Leer Sistemas
- Equipo Precisar
- 14 sept
- 2 Min. de lectura
Septiembre de 2025

Vivimos en una era definida por una paradoja fundamental: mientras el acceso a la información es casi infinito, nuestra capacidad para comprender las fuerzas que la moldean parece disminuir. Esto nos obliga a plantear una pregunta incómoda: ¿estamos realmente alfabetizados para el mundo en que vivimos? La respuesta exige una redefinición radical de lo que significa "saber leer" en el siglo XXI.
La alfabetización tradicional, centrada en la decodificación de textos y la escritura, es una base indispensable pero ya no suficiente. Hoy, las narrativas que dan forma a nuestras vidas no se encuentran únicamente en los libros, sino que se escriben en el lenguaje silencioso de los algoritmos y los sistemas de inteligencia artificial. Por lo tanto, la nueva frontera de la alfabetización es la capacidad de leer sistemas: de comprender sus arquitecturas invisibles, identificar sus sesgos inherentes y participar activamente en su gobernanza.
Esta nueva forma de alfabetización trasciende la habilidad técnica individual para convertirse en un pilar del poder cívico y la resiliencia comunitaria. Entender cómo una plataforma recomienda contenido o cómo un algoritmo toma decisiones no es un ejercicio para especialistas, sino un acto de ciudadanía. Es la herramienta que nos permite pasar de ser meros consumidores de una realidad digital prediseñada a ser participantes activos con la capacidad de cuestionar, influir y exigir transparencia. Se trata, en esencia, del derecho a la autonomía en una sociedad cada vez más automatizada.
Para que esta capacidad florezca, debemos tratarla como lo que es: una infraestructura social crítica, tan vital como los puentes, las escuelas o las redes eléctricas. Y como toda infraestructura fundamental, su diseño y construcción no pueden dejarse únicamente en manos de un sector. Requiere un modelo profundamente colaborativo, un ecosistema donde los gobiernos actúen como catalizadores, pero donde la voz y la experiencia de las comunidades, las organizaciones sin fines de lucro y los grupos históricamente subrepresentados sean centrales en el proceso de diseño. La equidad y el acceso no pueden ser una ocurrencia tardía; deben ser el cimiento.
Este enfoque nos recuerda que la tecnología, a pesar de su apariencia fría y matemática, es un artefacto profundamente humano. Nace de nuestras relaciones, refleja nuestros valores y lleva la huella de nuestras prioridades. Por ello, su propósito último no puede medirse exclusivamente en términos de eficiencia o crecimiento económico. El verdadero indicador de una innovación exitosa debe ser su contribución al bienestar humano y a la regeneración planetaria. La alfabetización tecnológica debe estar, por tanto, intrínsecamente ligada a una ética ecológica y social.
En última instancia, nos encontramos en una encrucijada. El camino que tomemos no lo definirá la velocidad del avance tecnológico, sino la profundidad de nuestra comprensión humana. La pregunta clave ha dejado de ser si somos usuarios inteligentes de las herramientas que nos dan. La verdadera pregunta es si podemos convertirnos en sus arquitectos conscientes, capaces de colaborar en el diseño de un futuro inclusivo y regenerativo, en lugar de simplemente aceptar y adaptarnos al que nos entreguen.
Un Abrazo
Equipo Precisar






